Desde la terraza del café miro trémulamente hacia la vida.
Poco veo de ella, salvo el bullicio.
Un marasmo como un comienzo de borrachera.
Me aclara el alma de las cosas.
Fuera de mí transcurre, en los pasos de los que pasan, la vida transparente y unánime.
En este momento, los sentidos se me han paralizado y todo me parece otra cosa: mis sensaciones son un error confuso.
Abro las alas y no me muevo, como un cóndor ficticio.
Hombre de ideales como soy, ¿quién sabe si mi mayor aspiración no es realmente permanecer siempre aquí, sentado a esta misma mesa de este café?
Fernando Pessoa.
lunes, 20 de agosto de 2007
café y soledad
por thaïs en 9:29 p. m. 10 han dejado sus devaneos
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